En los últimos 30 años, países como Australia, Reino Unido, Canadá, y Chile han dado un giro en sus políticas de desarrollo y competitividad al poner el foco sobre las llamadas industrias culturales y creativas, por su potencial para promover desarrollo económico basado en sectores no minero-energéticos que además promueven la cultura y la creatividad en sus territorios.

Este fenómeno tiene su origen en dos sucesos puntuales: primero, el proyecto Creative Nation desarrollado en Australia en el año 1994, donde el gobierno australiano dio un papel protagónico a la creatividad para la dinamización de la economía; y segundo, la apuesta de Reino Unido en el año 1997 por las industrias creativas en dónde se les reconoció como ventaja competitiva nacional y como sectores con el potencial de crear riqueza y empleos mediante la generación y explotación de la propiedad intelectual (Fonseca Reis, 2008).

Una muestra de ese potencial es que esos sectores e industrias generaron, en Reino Unido, ingresos por US$2.253 billones y cerca de 29,5 millones de puestos de trabajo en el 2015. Para el caso de América Latina y el Caribe estas cifras ascendieron a US$124 billones de ingresos y 1,2 millones de.

Hacia una definición de economía naranja

A pesar de que Felipe Buitrago, autor del libro ‘Economía Naranja Una oportunidad infinita’, considera que no es necesaria una definición, para efectos de políticas públicas en el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, definimos la Economía Naranja como la capacidad o habilidad de transformar procesos culturales y creativos en negocios sostenibles, mediante la incorporación del conocimiento y la innovación.

A pesar de que los términos, ‘industrias culturales y creativas’ y ‘economía naranja’ suelen emplearse como sinónimos, estos no son equivalentes. Mientras las industrias cultura-les y creativas son el conjunto de sectores económicos específicos cuya selección es variable según la región, la economía naranja hace referencia al ecosistema donde interactúan diferentes actores alrededor de las industrias culturales y creativas, las cuales son económicamente valiosas por sí mismas, y funcionan como catalizadoras y proveedoras de valores intangibles a diversos sectores, aumentando sus propuestas de valor.

En vista del potencial de estos sectores, en Colombia se sancionó la “Ley Naranja” (Ley 1834 de 2017) mediante la cual se definió el sector y se ordenó la formulación de una Política de Economía Creativa, que se sustenta en las siguientes siete líneas de trabajo, que han sido catalogadas con la letra i.

En el marco de la línea de fortalecimiento de la institucionalidad la “Ley Naranja” creó el Consejo Nacional de Economía Naranja (CNEN), instancia encargada de la formulación, implementación y evaluación de las políticas de desarrollo del sector, liderado por el Ministerio de Cultura y conformado por otros seis ministerios, dos departamentos administrativos y tres instituciones vinculadas a ministerios.

i) Así, desde el CNEN, se han identificado un conjunto de actividades y sectores que pertenecen a la economía naranja, a partir del reconocimiento de tres elementos fundamentales relacionados con la creatividad, la cultura y la innovación: los creadores y productores culturales y creativos se encuentran en el foco de la generación de valor de las actividades de la economía naranja. De su imaginación, experimentación, habilidad técnica y dedicación, depende la creación de bienes y servicios innovadores que agreguen valor económico y social (Departamento Nacional de Planeación, 2019).

ii) Los recursos centrales para dinamizar la creación, producción de bienes y servicios creativos y culturales se deriva de los orígenes culturales, artísticos o de herencia cultural (UNESCO, 2014).

iii) El encadenamiento de los sectores de la economía naranja con otros sectores, con quienes tradicionalmente no se han desarrollado lazos comerciales, supone una oportunidad para elevar las propuestas de valor de estos potenciales nuevos socios.

Así, se reconocen tres grandes categorías de actividades que se comprenden a nivel de la economía naranja.

La apuesta del actual gobierno por la economía naranja ha quedado definida en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, en el que se establece como elemento estratégico el fomento a estos sectores, basado en su aporte a la innovación, la generación de valor agregado, la diversificación del modelo económico y su potencial para generar empleo, lo cual está alineado con el cumplimiento de doce. de los diecisiete ‘Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS’ (Departamento Nacional de Planeación , 2019)

Evolución de los sectores de economía naranja

De acuerdo con información de Confecámaras, el total de empresas activas de sectores de la economía naranja fue de 88.787 empresas al cierre de 2018, cifra que representa el 5,8% de empresas activas de ese período a nivel nacional. Estas empresas fueron casi en su generalidad microempresas (un 83,9%) y más del 75% se localizaron en Bogotá, Antioquia, Valle del Cauca, Atlántico, Cundinamarca y Santander. El número de empresas activas de estos sectores creció a una tasa del 6,4% en los últimos 4 años y su comportamiento está 0,7 puntos porcentuales por en-cima del crecimiento del total de empresas activas registradas a nivel nacional (5,7%), Ver gráfico 1.

Colombia ha sido líder a la hora de medir la contribución e impacto de las industrias culturales y creativas en el PIB y en el empleo total: en el año 2002 se creó la Cuenta Satélite de Cultura, la cual es una versión detallada del Sistema de Cuentas Nacionales y, por lo tanto, es conceptual y estadísticamente coherente con las cifras que se informan bajo dicho sistema para el resto de la economía (Benaven-te & Grazzi, 2017). No obstante, sigue siendo necesario ampliar esta medición a todos los sectores considerados propios de la economía naranja, por lo cual DANE ha estado trabajan-do con otras entidades para ampliar la base con las actividades de otras cuentas satélite.

De acuerdo con esta fuente, el comportamiento del valor agregado de los sectores culturales y creativos, que representan una parte importante de la economía naranja, creció a una tasa del 4,1% para el período 2008-2017, aportando $8.2 billones a la economía del país al cierre de 2017. Además, en materia de empleo, los sectores culturales y creativos generaron 247.849 puestos de trabajo en el 2017, cifra superior en 12.453 empleos frente a lo observado en 2015. Ver gráficos 2 y 3.

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