El país se encuentra en un proceso de recuperación económica que se proyecta alcance un crecimiento cercano al 8 % del PIB en el 2021. Sin embargo, factores logísticos como la crisis marítima global se convierten en amenazas que pueden afectar las perspectivas de este crecimiento y limitar el aprovechamiento de las oportunidades que trae consigo la recuperación económica global.

El comercio mundial de mercancías avanza en una tendencia que según las estimaciones alcanzará un crecimiento del 10,8 % en 2021 y del 4,7 % en 2022 después de haber disminuido un 5,3 % en 2020.

Esta tendencia ha permitido que la región de América Latina y, particularmente, Colombia, presente un incremento en las exportaciones del 24,8 %, jalonado, principalmente, por las manufacturas y los productos agrícolas, de alimentos y bebidas. No obstante, la pandemia generó una serie de dificultades en el transporte marítimo que se reflejaron, entre otros factores, en el aumento desproporcionado de los costos de los fletes marítimos. Lo que se estimaba sería un choque de corto plazo, ha persistido durante todo el año e incluso se ha acentuado en los últimos meses.

Incremento de tarifas
En esta materia, los costos actuales de transporte desde Asia a Norteamérica y Europa son cinco veces más altos que el promedio de los últimos tres años alcanzando incrementos de más del 300 % en los últimos ocho meses. Para América Latina el efecto es aún más grave. El impacto en las tarifas de los fletes ha sido mayor en las rutas comerciales a esta región, que las de cualquier otra parte del mundo.

A principios de 2021, por ejemplo, los fletes desde China hacia Sudamérica habían aumentado un 443 % alcanzando tarifas que superan los 14.000 dólares para un contenedor de cuarenta pies.

Al aumento de los costos de transporte se suman factores como el incumplimiento de los itinerarios, la escasez de espacios en los buques y el aumento en los tiempos de llegada a los mercados de destino, lo que termina reduciendo la confiabilidad en el servicio de transporte marítimo.

Para los exportadores, esta situación genera costos adicionales de almacenamiento, riesgos a causa del deterioro de la calidad de los productos e incumplimiento de clientes en el exterior.

Pese a que esta coyuntura está afectando a todos los sectores que participan en el comercio exterior, en el caso colombiano el impacto es mayor en productos primarios y de alto volumen como café y azúcar. Lo manifestado, teniendo en cuenta que los costos de transporte marítimo son un componente importante de los del comercio internacional que impactan en mayor medida a los productos primarios frente a productos de alto valor.

Cabe destacar que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) estima que los costos de flete equivalen a valores que oscilan entre el 0,35 % del precio de venta al público, en el caso de productos manufacturados de alto valor, y el 63,55 %, en el caso de productos primarios y de gran volumen.

Los desbordados precios en los fletes y los bajos niveles de confiabilidad en el transporte marítimo son riesgos que pueden terminar afectando el proceso de recuperación del comercio mundial, porque hay productos que no pueden ser transportados.

Regulación y supervisión
Sumado a lo anunciado se evidencia un incremento en los precios de los insumos de importación que se utilizan para procesos de producción que se destinan tanto al mercado local como al comercio exterior, generando que estos incrementos se trasladen a los precios de los productos, desatando una inflación, principalmente, en bienes básicos y esenciales, porque las mayores tarifas terminan pagándolas quienes al final demandan este tipo de importaciones.

Ante este panorama, que no da tregua y puede ser de peores magnitudes, instancias multilaterales como la Organización Mundial del Comercio debería abordar la problemática y tomar acciones que permitan fortalecer la regulación y supervisión del sector marítimo y, de esta manera, mitigar los impactos que ya

se vienen presentando en el comercio mundial de mercancías, en incremento desproporcionado en precios y a la correspondiente inflación que terminaría afectando las metas y propósitos en política macroeconómica de las economías.

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