MISAEL PASTRANA BORRERO
Política Económica en el gobierno de Misael Pastrana Borrero
Exministro de Minas y Energía
Las cuatro estrategias eran complementarias entre sí, pues buscaban un objetivo común: el bienestar de la población. El plan no era un programa de vivienda o de exportaciones o de producción agrícola, sino que apuntaba hacia un desarrollo acelerado de toda la economía.
Política Económica en el gobierno de Misael Pastrana Borrero
viernes, 10 de mayo de 2024
Antes de referirme a la política económica del Gobierno del presidente Misael Pastrana Borrero debo hacer una breve referencia a una circunstancia bastante extraña en la historiografía política colombiana. Nunca entendí por qué los medios de comunicación silenciaron el centenario del nacimiento de uno de los buenos gobernantes que ha tenido Colombia: Misael Pastrana Borrero.
Este hecho contrasta con el despliegue que tuvieron los centenarios del natalicio de otros gobernantes celebrados en el pasado reciente. Misael Pastrana no necesita panegíricos ni alabanzas gratuitas, porque su grandeza no depende de lo que digan otros sobre él, sino de lo que fue y de lo que hizo como hombre público, virtudes que no se pueden desconocer por el mero hecho de silenciarlas. Pero ¿qué cosas merecen ser recordadas de este ilustre colombiano que puedan servir de ejemplo a las actuales y futuras generaciones?
En primer lugar, la forma como entendió y practicó la política en su sentido prístino: como un ejercicio de la inteligencia para el bien común. Así la entendió Aristóteles, que la catalogaba como la más noble de las actividades humanas, algo muy diferente al oficio vil de mercaderes en trance de enriquecimiento personal, que es lo que dolorosamente ha venido a ser la política en nuestro país.
Pastrana fue un hombre de conducta intachable tanto en su vida pública como en la privada. Nunca se le acusó de haber cometido una transgresión a las normas de la moral o del derecho positivo. Siempre tuvo claro que la ética no se puede divorciar de la política, pues, si esta exige moralidad para tutelar el bien público, es precisamente porque la ética tiene un fundamento político, que deriva del bien común de la polis, entendida como la comunidad de ciudadanos que conforman la sociedad.
Pastrana nació en Neiva el 14 de noviembre de 1923, en el corazón de la provincia colombiana, y siempre se sintió orgulloso de ser un hombre de provincia, pero con una mentalidad universal, porque nada hay más universal que lo provinciano. El contacto con la naturaleza hace al ser humano intuitivo, ingenioso y visionario, porque tiene que estar interrogándose permanentemente para encontrar una respuesta a los fenómenos del mundo natural que lo rodea. Un ejemplo de esa clarividencia provinciana se puede apreciar en García Márquez y en miles de genios y hombres ilustres nacidos en pequeños pueblos o en veredas de zonas rurales.
Fue Pastrana un auténtico líder, porque señaló rutas y destinos a una nación, actuando como un verdadero visionario que se anticipó a su tiempo, cuando el común de los mortales ni otros jefes de gobierno alcanzaban a vislumbrar ese horizonte lejano. En 1969, tres años antes de la Conferencia de Estocolmo de 1972, que dio el campanazo con resonancia universal sobre la precariedad de los recursos naturales y su acelerada extinción, ya el político huilense le hablaba a Colombia y al mundo de la necesidad impostergable de hacer un uso racional de los bienes de la naturaleza. En ese contexto, advertía que la velocidad de utilización de esos recursos no podía exceder a la capacidad de la naturaleza para reponerlos.
Hace 54 años, cuando nadie hablaba de calentamiento global ni de desarrollo sostenible, Misael Pastrana ya estaba advirtiendo que “no existen responsabilidades de más profundo alcance que las que tienen que ver con el destino del planeta mismo”. No hablaba como un político del montón, de esos que piensan en la próxima elección sino como un genuino estadista que pensaba en las generaciones venideras.
En su discurso de aceptación de la candidatura presidencial en Medellín, en el marco de la Convención Conservadora celebrada en 1969, Pastrana dijo que una de las prioridades de su gobierno sería la protección del ambiente, entendido en su acepción más amplia, y luego reiteró ese compromiso en su discurso de posesión el 7 de agosto de 1970.
❯❯ Fue Pastrana un auténtico líder, porque señaló rutas y destinos a una nación, actuando como un verdadero visionario que se anticipó a su tiempo, cuando el común de los mortales ni otros jefes de gobierno alcanzaban a vislumbrar ese horizonte lejano.
Pensamiento visionario
Años más tarde, antes de finalizar su período presidencial, honraba el compromiso que había hecho en la capital antioqueña y dejaba completamente redactado el Código de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente, el primero en Latinoamérica y uno de los primeros en el mundo. El pensamiento visionario de Pastrana Borrero hace más de cincuenta años es hoy el objetivo prioritario en la agenda de casi todos los líderes del mundo. Esa cualidad de vidente le permitió descubrir jóvenes con talento que tuvieran potencialidad para ser futuros líderes de la nación. Fue él quien descubrió a Luis Carlos Galán y, por eso, antes de graduarse como abogado en la Javeriana, lo nombró Ministro de Educación. Anhelaba que pudiera llegar a regir los destinos del país y fui testigo de cómo reaccionó Misael Pastrana cuando supo la noticia de su asesinato. Estábamos en un acto político en la ciudad de Riohacha y yo estaba en el uso de la palabra cuando entró un señor y se me acercó al oído darme la infausta noticia que había escuchado en la radio. Cuando yo se la comuniqué a la audiencia, el expresidente conservador, con lágrimas en los ojos, exclamó: “Han matado la esperanza de Colombia”.
Fue Pastrana jefe indiscutible de su partido, pero tenía la virtud, muy rara por cierto en nuestro medio, de dirigir una colectividad política sin apelar al sectarismo, una pasión perversa que nunca anidó en su corazón de demócrata. Esa cualidad se la reconocían los jefes liberales que le dieron su voto de confianza para que fuera el último candidato conservador del Frente Nacional, con la certeza de que no utilizaría la presidencia como instrumento sectario para perpetuar a su partido en el poder una vez finalizara ese pacto político. El acuerdo suscrito entre los dos partidos tradicionales, ha sido criticado porque excluía a otros sectores políticos, pero en su momento fue una necesidad y logró poner fin a la violencia partidista, que venía anegando en sangre a Colombia desde la Guerra de los Supremos en 1839.
La llegada de Pastrana al poder le permitió mostrar que tenía cualidades de líder y de estadista y sabía combinar esas cualidades con una notable capacidad para administrar la cosa pública con eficiencia y probidad. Cuando se posesionó el país estaba bajo la presión y la amenaza de las turbas rojaspinillistas que, aliadas con el M-19, rehusaban aceptar el resultado de las urnas, que mostraban una pequeña diferencia en el número de votos. Son hechos de la democracia, como aconteció en el plebiscito que convocó el presidente Santos en 2016 para ver si el país avalaba o no el Acuerdo de Paz con las FARC, y ganó el no, por un escaso margen, pero ganó.
En agosto de 1970 la situación era muy crítica, pues diariamente se realizaban manifestaciones de grupos violentos que amenazaban destruir la estructura democrática de Colombia. Cada manifestación terminaba en una asonada que hacía necesaria la intervención de la fuerza pública, pero para que esta actuara con firmeza era necesario que el nuevo mandatario, como comandante constitucional de las Fuerzas Armadas, diera la orden.
LA LLEGADA DE PASTRANA AL PODER LE PERMITIÓ MOSTRAR QUE TENÍA CUALIDADES DE LÍDER Y DE ESTADISTA Y SABÍA COMBINAR ESAS CUALIDADES CON UNA NOTABLE CAPACIDAD PARA ADMINISTRAR LA COSA PÚBLICA CON EFICIENCIA Y PROBIDAD.
El joven gobernante mostró fortaleza enérgica y no permitió que la violencia y la anarquía prevalecieran en las calles de las grandes ciudades de Colombia ni en los campus universitarios. En esos momentos difíciles Pastrana actuó con el carácter que distingue a los verdaderos líderes y sorteó con éxito la situación para que no se convirtiera en vandalismo destructor, que es lo que acontece cuando esos movimientos se dejan evolucionar sin una contención eficaz.
Pero como dice Richard Nixon en su libro Líderes, la envergadura de un líder no se mide por su actuación frente a pequeños acontecimientos, sino ante situaciones críticas y dramáticas que ponen a prueba su temple para afrontarlas. Y así respondió Misael Pastrana en los momentos dramáticos que debió afrontar. Con entereza, pero sin arrogancia, fue apaciguando a los violentos y en las elecciones de mitad de su período los tenía reducidos electoralmente a su mínima expresión.
Aportes en la Constituyente
En la Constituyente de 1991 dio un ejemplo de buen administrador cuando propuso en una de las primeras sesiones lo que en los simposios internacionales se denomina el debate general, con el propósito de que cada uno de los constituyentes y el propio gobierno presentaran la visión de país y su respectivo proyecto de reforma institucional que querían ver plasmados en la nueva Carta Política.
Cuando se leen las actas de la Asamblea Constituyente se puede advertir que muchos de los que alegan autoría de normas, ni siquiera las mencionaron en esa intervención inicial. Ahora, de manera vanidosa, se presentan como videntes de las cosas cumplidas. Dijo allí el expresidente que primero se debía redactar el preámbulo porque es el compendio político y jurídico de la Constitución. No se le hizo caso y se empezó a trabajar sin un rumbo que hacía recordar lo que aparece como una aleccionadora advertencia en esa maravillosa obra, Alicia en el país de las maravillas: “el que no sabe para donde va cualquier camino le sirve, pero corre el riesgo de llegar a un lugar desagradable y nada grato”. Ese desorden se pudo palpar en las comisiones de la Constituyente trabajando de manera aislada sin un ordenamiento jurídico que le diera coherencia al texto integral. El proyecto de reforma constitucional presentado por el Partido Social Conservador, bajo la acertada conducción del expresidente Misael Pastrana, fue de los pocos que demostraron coherencia entre lo propuesto y lo que finalmente se aprobó. Ese proyecto contenía, entre otras, las siguientes propuestas: la ‘economía social de mercado’, que en los debates se cambió por ‘estado social de derecho’, pero con la misma connotación; la función ecológica de la propiedad que dio lugar a más de 30 artículos en la Carta que aluden a la protección de los recursos naturales y el medio ambiente; la autonomía del Banco Central; los derechos fundamentales con las garantías de su debida protección como la tutela; el novedoso ‘mandato a hacer’, denominado injunction en el derecho anglosajón, y que en la nueva Constitución se adoptó con el nombre de ‘acción de cumplimiento’; la democracia participativa en consultas y plebiscitos; la elección de gobernadores como fundamento de la descentralización; la autonomía regional, pero respaldada con recursos, porque esa autonomía sin recursos es un embeleco que termina en frustración para las regiones; la cancelación de privilegios al Congreso con la prohibición de los llamados auxilios parlamentarios, fuente de despilfarro y corrupción; y, finalmente, la configuración del ‘poder moral’ del que hablaba el Libertador, propuesta que no tuvo aceptación en los sectores mayoritarios que consideraban que no se debía mezclar la ética con la política. Como se puede ver, nuestro aporte en la construcción de la Ley Fundamental de 1991 fue previsivo y valioso.
UN CAMBIO TRASCENDENTAL DE LA POLÍTICA ECONÓMICA FUE LA CREACIÓN DE UN NUEVO SISTEMA DE AHORRO Y PRÉSTAMO EN VALOR CONSTANTE QUE CONSTITUYÓ, ADEMÁS, UN VALIOSO INSTRUMENTO PEDAGÓGICO PARA LOS POTENCIALES AHORRADORES EN COLOMBIA.
Política económica del Gobierno
Ahora analicemos la política económica del Gobierno de Pastrana Borrero. Al presidente conservador le tocó remar contra los fuertes vientos del sectarismo político. López Michelsen, desde su campaña presidencial, le declaró una implacable e injusta oposición a todo lo que tuviera el sello de la Administración Pastrana.
La instrucción que impartió el jefe liberal a sus colaboradores inmediatos fue demeritar la gestión de su antecesor. Fieles a su jefe empezaron a divulgar el tamaño de un déficit fiscal inflado mañosamente para justificar la
declaratoria de una innecesaria emergencia económica. El déficit, aún abultado, no era nada alarmante, pero había que pintar un cuadro sombrío inventando que el nuevo gobierno encontraba las finanzas públicas en una situación deplorable, a la manera de la orden que el conde duque de Olivares, valido de Felipe IV en España, les daba a sus ayudantes: “el informe debe decir que hemos encontrado el fisco en ruinas para que nuestra gestión se vea como sobresaliente”.
El déficit del Gobierno Nacional estimado en 1,2 % del Producto Interno Bruto durante el período 1971-1974 (Junguito & Rincón, 2004), fue modesto comparado con los registros históricos y no fue el factor determinante de la inflación, como se quiso hacer ver por algunos integrantes del equipo económico del presidente López con un evidente sesgo político.
Por lo mismo, fue injusto y malintencionado describir la situación de las finanzas públicas como una catástrofe fiscal que obligaba al nuevo gobierno a decretar una emergencia económica, como en efecto se decretó. Entre los considerandos justificativos del decreto se menciona “un déficit fiscal de características excepcionales”, que fue una exageración para justificar la emergencia económica en diciembre de 1974.
Plan de las cuatro estrategias
Uno de los hitos de la política económica del Gobierno de Misael Pastrana fue el denominado ‘Plan de las Cuatro Estrategias’ y, de manera especial, la creación del sistema de ahorro y crédito en valor constante, conocido popularmente como sistema UPAC (unidades de poder adquisitivo constante). La estrategia planteada significó una verdadera revolución por el enorme impulso que le dio al ahorro, a la inversión en el sector de la construcción, al crecimiento económico y a un auge en las exportaciones no tradicionales como nunca se había visto en la historia de Colombia.
Cuando Pastrana asumió la presidencia, la tasa de ahorro en Colombia era muy baja, y la de ahorro personal insignificante, porque el interés nominal que se abonaba a los ahorradores era inferior a la inflación, es decir, el interés real era negativo. Antes de 1972 se les pagaba a los ahorradores un interés de 4 % cuando la inflación promedio de los últimos años era del 10 %, con lo cual el rendimiento real era aproximadamente de -6 %.1
Es decir, se penalizaba al ahorrador, una situación que estaba contra la racionalidad económica y el sentido común, pero eso acontecía porque no había entonces mucha conciencia sobre lo que era el interés real. Un cambio trascendental de la política económica fue la creación de un nuevo sistema de ahorro y préstamo en valor constante que constituyó, además, un valioso instrumento pedagógico para los potenciales ahorradores en Colombia. Se crearon 10 corporaciones de ahorro y vivienda y nació el sistema UPAC y, a partir de ese momento, el ahorro personal empezó a crecer de manera impresionante.
Las corporaciones recién creadas ofrecieron al público dos instrumentos financieros: las cuentas de ahorro y los certificados de depósitos a término, que abonaban tasas de rendimiento muy atractivas, pues se les reconocía a los cuentahabientes un interés real de 5 o 5,5 % efectivo sobre los saldos reajustados por un índice de inflación, que los protegía del deterioro en el poder de compra del dinero.
Las cifras de ahorro personal que hasta entonces habían sido irrisorias tuvieron un auge espectacular. Ese hecho no se podía negar porque las estadísticas así lo evidenciaban. En efecto, el sistema UPAC captó en sus primeros seis meses el 50 % de lo que el sistema tradicional de cédulas del Banco Central Hipotecario había logrado en 40 años. La participación del ahorro en el Producto Interno Bruto que en 1970 había sido de 10 %, en 1973 alcanzaba un 19 %.
Una de las debilidades que caracteriza a los países en vía de desarrollo es la carencia de ahorro interno para financiar la inversión, circunstancia que los coloca en la necesidad de tener que contratar créditos externos. Estos créditos son costosos, no sólo cuando se contratan con la banca privada internacional sino aún con entidades multilaterales. Estas últimas usualmente desembolsan los recursos en una canasta de monedas fuertes, y el país deudor debe asumir el impacto de la devaluación de la moneda nacional en relación con la de los países acreedores. Durante la Administración Pastrana Borrero el ahorro en todas sus formas creció de manera espectacular hasta el punto de que al año de creado el sistema UPAC ya las corporaciones habían captado 230 millones de dólares a la tasa de cambio de ese momento.
Pero el ahorro por sí solo no se traduce automáticamente en crecimiento económico, es necesario encauzarlo hacia inversiones que dinamicen la economía, con un efecto multiplicador sobre la producción y el empleo. Por eso, el ahorro captado, por mandato legal, debía financiar programas de vivienda familiar o multifamiliar, pues existía un déficit de 650.000 viviendas en 1973 y uno proyectado de 1.300.000 para 1974 (Rosas & Soto, 1973, pág. 220).
EL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN ES UNO DE LOS MÁS DINÁMICOS EN TÉRMINOS DE GENERACIÓN DE EMPLEO E INGRESO, Y PRESENTA UNAS CARACTERÍSTICAS MUY ESPECIALES POR SUS ENCADENAMIENTOS CON OTROS SECTORES DE LA ECONOMÍA. ES MUY INTENSIVO EN LA UTILIZACIÓN DE MANO DE OBRA NO CALIFICADA Y TIENE REQUERIMIENTOS MÍNIMOS DE INSUMOS IMPORTADOS.
El inspirador de esa estrategia fue el economista canadiense nacionalizado en Colombia, Lauchlin Currie. Este experto, que había sido asesor del presidente Roosevelt, se identificaba con las ideas keynesianas y, por lo tanto, partidario de la intervención del Estado cuando quiera que ella fuese necesaria. Como agudo observador de la realidad colombiana advirtió que existía una demanda potencial por vivienda que se podía convertir en demanda efectiva, pero para ello era necesario estimular el ahorro financiero y encauzarlo hacia el sector de la construcción siempre y cuando se contara con un sistema adecuado de financiamiento a largo plazo. Currie propuso entonces crear el sistema de ahorro y préstamo en valor constante, de tal manera que ni la entidad prestamista ni el deudor se vieran afectados por el incremento en el nivel de precios.
El sector de la construcción es uno de los más dinámicos en términos de generación de empleo e ingreso, y presenta unas características muy especiales por sus encadenamientos con otros sectores de la economía. Pero, además, es un sector muy intensivo en la utilización de mano de obra no calificada y tiene requerimientos mínimos de insumos importados. Eso explica por qué se escogió el sector de la construcción como uno de los cuatro pilares del Plan de Desarrollo Económico y Social de 1971. Los otros tres seleccionados fueron el fomento a las exportaciones, el impulso a la productividad del sector agrícola y una distribución más equitativa del ingreso.
Pero no se podía “acelerar la productividad en el campo sin antes haber creado la suficiente demanda de alimentos y de materias primas agrícolas”, porque una sobreoferta de esos productos podía derrumbar sus precios y afectar gravemente a los productores.
Las cuatro estrategias eran complementarias entre sí, pues buscaban un objetivo común: el bienestar de la población. El plan no era un programa de vivienda o de exportaciones o de producción agrícola, sino que apuntaba hacia un desarrollo acelerado de toda la economía. Los sectores prioritarios no eran más importantes que otros, y si se habían escogido como estratégicos era porque tenían una mayor interrelación con otros renglones de la actividad productiva y, por lo tanto, un mayor impacto sobre el empleo y la producción.
Así por ejemplo, un crecimiento de la actividad edificadora se refleja en un incremento en la demanda de cemento, pintura, muebles, tuberías, cables y dispositivos eléctricos, inodoros, lavamos, grifería, neveras, lavadoras, alfombras y otros insumos y accesorios necesarios para tener una vivienda completamente adecuada.
Aquí es pertinente señalar que existe una visión errónea que lleva a algunos a creer que la vivienda es un bien de consumo y que no es productivo o que no es tan productivo como una fábrica o una máquina. Es una apreciación incorrecta, y los que así piensan quizá se sorprendan al saber que del total del capital bruto en los Estados Unidos más de un 40 % está constituido por la propiedad residencial. El capital durable del sector manufacturero apenas representa un 15 % del valor de las residencias (Currie, 1987, pág. 146).
LA DINÁMICA QUE SE LE IMPRIMIÓ AL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN Y EL ESTÍMULO A LAS EXPORTACIONES NO TRADICIONALES PERMITIERON ALCANZAR LAS MÁS ALTAS TASAS DE CRECIMIENTO ECONÓMICO EN LA HISTORIA DEL PAÍS.
La dinámica que se le imprimió al sector de la construcción2 y el estímulo a las exportaciones no tradicionales permitieron alcanzar las más altas tasas de crecimiento económico en la historia del país. En el período de 1971 a 1974 el Producto Interno Bruto creció a una tasa promedio de 7,2 %, la más alta lograda para un cuatrienio en Colombia. Pero algo más importante fue el hecho de que ese crecimiento se tradujo en un aumento del ingreso per cápita de los colombianos que, entre 1971 y 1973, creció a una tasa de 4,5 % anual, a pesar de que también crecía la población. Por contraste, en el trienio comprendido entre 1975 y 1977, con las reformas que López puso en funcionamiento, el ingreso por habitante redujo su tasa de crecimiento a un 1,5 % anual.
¿Y qué implicaciones tiene el hecho de que el ingreso per cápita crezca al 4,5 % o al 1,5 %? Ello significa que mientras en el primer caso se necesitarían 16 años para duplicar el exiguo ingreso de un colombiano, en el segundo se necesitarían 50 años para llegar a ese mismo valor. Es la magia del interés compuesto que muchas veces no la entienden quienes ejercen funciones públicas. Por eso, no basta con decir que está disminuyendo la pobreza, también debemos conocer a qué velocidad lo está haciendo.
En efecto, al ritmo al que hemos venido avanzando en nuestro país, dentro de 50 años todavía estaremos con niveles de pobreza y de indigencia deplorables. El gran desafío será entonces acelerar el ritmo de crecimiento económico, pero también es necesario adoptar una política más agresiva de distribución del ingreso y las oportunidades, objetivos que difícilmente se consiguen sin una intervención del Estado, pues el libre accionar de los mercados por sí solo no produce la anhelada distribución. Es necesario colocar el desarrollo humano en el vértice de las prioridades de la acción pública.
A partir del Plan de Desarrollo de 1971, que le dio un gran impulso al sector de la construcción en todas sus modalidades, los colombianos empezamos a ver cómo cambiaba la fisonomía urbana del país. Miles de edificios, centros comerciales y bodegas empezaron a brotar en todas nuestras ciudades. Las fachadas de ladrillo a la vista surgían por doquier y le daban una presentación agradable a las edificaciones. Pero, como dije antes, lo más importante fue el efecto dinamizador que la nueva estrategia de desarrollo tuvo sobre la generación de empleo, especialmente de mano de obra no calificada. Muchos de los obreros venían de las zonas rurales por un fenómeno migratorio que se estaba produciendo de manera inexorable en los países en vía de desarrollo durante la década de los años setenta.
El Plan de las Cuatro Estrategias no fue el causante de las migraciones ni las aceleró, como pensaban algunos analistas y, antes por el contrario, les abrió una oportunidad a los migrantes y los empleó para promover el desarrollo (Rosas L. , 1972, págs. 29-33).
UPAC no fue factor determinante de la inflación
El doctor López Michelsen, desde su campaña presidencial, empezó a criticar el sistema UPAC, señalándolo como el factor causante de la inflación que se presentó a partir de 1972, desconociendo que se trataba de un fenómeno universal. La inflación nos llegó de afuera, pero en el ambiente tendencioso y sesgado de la campaña presidencial de 1973 las pasiones políticas no dejaban ver cuál era el origen del fuerte incremento que se estaba presentando en el nivel de precios.
A PARTIR DEL PLAN DE DESARROLLO DE 1971, QUE LE DIO UN GRAN IMPULSO AL SECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN EN TODAS SUS MODALIDADES, LOS COLOMBIANOS EMPEZAMOS A VER CÓMO CAMBIABA LA FISONOMÍA URBANA DEL PAÍS. MILES DE EDIFICIOS, CENTROS COMERCIALES Y BODEGAS EMPEZARON A BROTAR EN TODAS NUESTRAS CIUDADES.
El candidato liberal puso al sistema UPAC en el banquillo de los acusados y lo convirtió en el tema principal de sus discursos en las plazas públicas. Era una crítica tan mordaz como infundada, pero le producía buenos dividendos electorales porque no hay una cosa que cause más rechazo entre la gente que el incremento acelerado en el costo de vida. En la campaña, López se comprometió a reducir la inflación, promesa que no pudo cumplir, pues cuando ejerció la presidencia los incrementos en el índice de precios fueron aún más altos que en el Gobierno de Pastrana.
La inflación que se desató en un gran número de países fue resultado de acontecimientos que estremecieron al sistema monetario mundial. En efecto, en 1971 se rompió el Acuerdo de Bretton Woods, y saltó en pedazos el llamado patrón ‘dólar-oro’, que venía rigiendo desde 1944.3 Su ruptura fue una consecuencia de la pérdida de confianza en la economía norteamericana que había incurrido en un enorme déficit fiscal para financiar la guerra de Vietnam. Además, tenía un déficit considerable en su balanza comercial que obligaba a la Federal Reserve a vender reservas de oro, las cuales día tras día se iban reduciendo de manera impresionante.
En 1969 la cobertura en oro por parte de Estados Unidos apenas llegaba a un 22 % del valor de los dólares emitidos, circunstancia que indicaba la necesidad de devaluar la moneda norteamericana. La alarma cundió y las devoluciones masivas de dólares provocaron una insuficiencia de liquidez para llevar a cabo las transacciones internacionales, lo que ocasionó el colapso del sistema del patrón monetario.
Ante esa encrucijada, el presidente Nixon se vio obligado a suspender la convertibilidad del dólar por oro (35 dólares por una onza de oro) que había prevalecido desde la suscripción de los acuerdos de Bretton Woods en 1944. Ya los dólares emitidos por la FED no estaban respaldados por oro sino por la autoridad que los emitía, vale decir, por los Estados Unidos como nación. El patrón oro se derrumbó y las monedas de todo el mundo comenzaron a flotar libremente. Los bancos centrales de otros países podían emitir sus monedas sin que el monto total estuviera respaldado por oro físico, sino en la confianza que se le tenía al emisor y, por eso, el nombre de dinero fiduciario.
La flotación de las monedas trajo consigo desorden monetario y presiones inflacionarias en varios países industrializados, sin embargo, los dos hechos que más contribuyeron a exacerbar la inflación a escala universal durante los años setenta, fueron la crisis en la producción de alimentos y materias primas de origen agropecuario y el incremento en los precios del petróleo en octubre de 1973, decretada por los países árabes como consecuencia de la guerra de Yom Kipur.
Aunque en los años cincuenta y sesenta del siglo XX la llamada ‘revolución verde’ había producido un incremento espectacular de la oferta de alimentos, en 1972 las condiciones climáticas fueron tan adversas que produjeron una disminución considerable de productos alimenticios como pocas veces se había visto. En efecto, la producción de alimentos disminuyó por primera vez en 20 años y tuvo una reducción de 33 millones de toneladas cuando la FAO esperaba que aumentara en 24 millones de toneladas para satisfacer la demanda de una población que estaba en aumento.
Grandes productores, como Estados Unidos, Canadá, la antigua Unión Soviética y algunos países asiáticos, tuvieron malas cosechas como consecuencia del mal tiempo. Las reservas mundiales de cereales a finales de 1974 habían llegado al nivel más bajo de los últimos 22 años, suficientes apenas para 26 días, un registro menor que el de 1961 (96 días), que causó alarma a nivel mundial. Fue tal la crisis en la oferta de alimentos que el precio de la mayoría de ellos llegó a máximos históricos en 1974 y se mantuvo en esos altos niveles hasta 1980 (FAO, 1974, pág. 11).
Los índices de precios al consumidor en los países de la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que venían mostrando aumentos entre 3 y 4 % hasta 1970, se dispararon a partir de 1971 con tal intensidad que al año siguiente los incrementos se habían triplicado. En algunos países que integran la OCDE el índice de precios mostraba registros impresionantes, muy por encima de sus promedios históricos. Por ejemplo, Canadá 16,4 %, España 12,7 %, Suiza 11,0 %, Noruega 10,9 % (OCDE, 1973). En estos países no había sistema UPAC que se pudiera utilizar como chivo expiatorio.
El otro factor que contribuyó en forma determinante al incremento de precios en Colombia desde finales de 1973 fue la guerra árabe-israelí, que se desató el 6 de septiembre de ese año cuando Egipto y Siria atacaron a Israel el día de Yom Kipur (día de la expiación, del arrepentimiento). Las naciones árabes utilizaron el petróleo como arma de guerra y decretaron un embargo petrolero a los países que estaban apoyando a Israel, en especial a los Estados Unidos y a algunos países europeos.
El petróleo había sido, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el combustible que dinamizaba la economía mundial, y la reducción en los suministros provocó un incremento en el precio internacional del crudo, que pasó de 2,90 dólares el barril a 11,90, con efectos perturbadores en toda la geografía universal. La inflación en Colombia que en 1971 había estado alrededor del 13,6 %, se disparó a 23,5 % en 1973, a 26,1 % en 1974 y siguió creciendo hasta llegar a 28,4 % en 1977 y a 28,8 % en 1979, incrementos provocados en gran medida por el embargo petrolero decretado por la OPEP.
EL INCREMENTO EN EL PRECIO DEL PETRÓLEO Y EL ALZA EN LOS PRECIOS DE LOS ALIMENTOS, FUERON LOS FACTORES PRINCIPALES DEL FUERTE AUMENTO DEL ÍNDICE DE PRECIOS EN COLOMBIA, QUE OSCILÓ ENTRE EL 25 Y 29 %, Y SE MANTUVO EN ESOS NIVELES AÚN CON SUPERÁVITS EN LAS CUENTAS FISCALES.
Los países integrantes de la OPEP, que en ese momento suministraban más del 50 % de la demanda mundial de crudo, tenían ‘market power’, es decir, capacidad para imponer el precio del crudo mediante una reducción en la oferta, y así lo hicieron. El aumento en el precio del barril de petróleo en los mercados internacionales se reflejó en un incremento de los fletes marítimos y aéreos y, por ende, en el precio de las importaciones que nos llegaban por esas vías. Pero también en el valor de toda la gama de productos derivados de la transformación del petróleo como los de la petroquímica, las fibras, los plásticos, los fertilizantes y en los insumos para la fabricación de vidrio, papel y productos farmacéuticos.
A manera de ejemplo, los fertilizantes pasaron de 60 dólares a 290 dólares la tonelada. Fue una inflación que nos llegó de afuera, pero en las campañas políticas como en la guerra, la verdad es la primera víctima.
Es importante precisar que el hecho de señalar cuales fueron los determinantes principales de la inflación durante esos años no implica excluir otras factores que hubieran podido tener alguna incidencia, pero ese efecto fue mínimo. El incremento en el precio del petróleo y el alza en los precios de los alimentos, fueron los factores principales del fuerte aumento del índice de precios en Colombia, que osciló entre el 25 y 29 %, y se mantuvo en esos niveles aún con superávits en las cuentas fiscales.
El déficit del gobierno nacional estimado en 1,2 % del Producto Interno Bruto durante el período 1971-1974 (Junguito & Rincón, 2004), fue modesto comparado con los registros históricos y, por lo mismo, no fue el protagonista estelar de la inflación. De ahí que fue injusto y malintencionado describir la situación de las finanzas públicas como una catástrofe fiscal que obligaba al nuevo gobierno a decretar una emergencia económica, como en efecto la decretó el 17 de diciembre de 1974, con base en las facultades consagradas en el artículo 122 de la Constitución. En los considerandos del decreto se hacía referencia a “un déficit fiscal de características excepcionales”, lo que era una exageración para justificar la emergencia económica.
Durante el mencionado período se presentó un aumento neto de divisas y, por ende, de la base monetaria que contribuía a la expansión de los medios de pago, pero ese fenómeno fue un factor común en las administraciones de Pastrana Borrero y de López Michelsen. En efecto, entre 1971 y 1974 las exportaciones en millones de dólares se duplicaron al pasar de 752 a 1.494, impulsadas por el crecimiento de las exportaciones menores, y aunque también crecían las importaciones, la demanda de divisas no alcanzaba a compensar el incremento proveniente de su reintegro. Entre 1975 y 1978, durante la Administración López, también se duplicaron las exportaciones al pasar de 1.747 a 3.270, por el incremento en el precio del café debido a las heladas en Brasil pero, sobre todo, por la denominada ‘ventanilla siniestra’, en la que cada año se legalizaban cantidades considerables de dólares espurios.
Sin embargo, el incremento neto de las reservas internacionales no fue el factor primordial que llevó la inflación en Colombia y en muchos países del mundo a niveles históricos de dos dígitos. Hubo, como hemos explicado antes otros eventos que produjeron ese remezón a escala universal. Baste señalar que, en Estados Unidos, el incremento en el índice de precios registrado en 1973 fue el más alto de los últimos 25 años; en la Unión Europea el mayor en 15 años y en Suiza alcanzó un registro sin precedentes.
En un mundo interconectado por el comercio y los flujos de capital es difícil tener una economía estable en un ambiente generalizado de inestabilidad.
Ante las evidencias no se podía negar el enorme impacto que tuvieron los sismos económicos producidos en el escenario mundial sobre el incremento en el índice de precios interno. Sin embargo, en el Simposio de Capitales de 1973, la mayoría de los economistas afectos a la candidatura del doctor López Michelsen, seguían sosteniendo de manera errónea que la inflación que se empezó a acentuar en el segundo semestre de 1973 era una consecuencia del sistema UPAC, que se había creado el año anterior, en septiembre de 1972.
Me correspondió refutar esa tesis diciéndoles a quienes así razonaban que estaban incurriendo en un error metodológico, que en lógica se describe con el aforismo latino: Post hoc, ergo propter hoc, que significa “después de esto, luego por causa de esto”. Este razonamiento es una falacia que consiste en concluir que si un evento precede a otro en el tiempo, por ese simple hecho ya es la causa del que lo sucede. Pero esta conclusión no es necesariamente válida, porque el orden temporal no es una relación de causalidad.
Un ejemplo de esa confusión es concluir que como el gallo canta antes de que salga el sol, su canto es el que provoca el amanecer. El sistema UPAC no fue la el factor determinante de la inflación de 1973, aunque su creación hubiera ocurrido un año antes de que se presentaran las alzas en el nivel de precios.
Los cimbronazos que estremecieron la economía mundial fueron los factores que mayor incidencia tuvieron en el incremento considerable en el índice de precios, no sólo en Colombia sino en todos los países del orbe. Y esa influencia perversa siguió disparando el índice de precios durante el Gobierno de López Michelsen, y algunos de los que no aceptaban la tesis de la inflación importada ahora la esgrimían sin ningún rubor.
Dije también en mi intervención en ese simposio que a los países en vía de desarrollo con altas tasas de inflación les queda muy difícil consolidar un sistema de crédito a largo plazo para la financiación de vivienda, a menos que se introduzca una indexación en la tasa de interés, de tal manera que ni la entidad prestamista ni el deudor se vean afectados por el incremento en el nivel de precios.
Esa indexación también la necesita la tasa de cambio para evitar crisis en la balanza comercial. Curiosamente, en Colombia se asimiló la indexación en la tasa de cambio a partir de 1966, pero no sucedió lo mismo con la corrección monetaria, porque sus malquerientes le declararon una guerra política, para aniquilarla. Sin advertirlo, incurrían en una flagrante contradicción con su mentor ideológico, pues el profesor Friedman sostiene que la indexación ayuda a controlar la inflación porque lleva a los agentes económicos a comportarse “como si el valor de la moneda fuera estable”.
EL DEBATE SOBRE EL SISTEMA UPAC DEJÓ UNA GRAN LECCIÓN SOBRE POLÍTICA ECONÓMICA. LA INFLACIÓN NO ES SÓLO UN FENÓMENO MONETARIO Y QUE ADEMÁS DE LA INFLACIÓN DE DEMANDA EXISTE UNA INFLACIÓN INDUCIDA POR LOS INCREMENTOS EXORBITANTES EN LOS COSTOS DE LOS PRODUCTOS QUE NOS LLEGAN DE AFUERA.
El debate sobre el sistema UPAC dejó una gran lección sobre política económica. En efecto, con la controversia se vio claramente que la inflación no es sólo un fenómeno monetario y, por lo tanto, que además de la inflación de demanda existe una inflación inducida por los incrementos exorbitantes en los costos de los productos que nos llegan de afuera, fenómeno que se pudo advertir durante el período del Covid.
A pesar de la oposición que se le decretó al sistema UPAC, le sirvió mucho a los mandatarios que sucedieron a Misael Pastrana en el ejercicio de la presidencia de la República. Por eso, a pesar de las críticas infundadas el sistema se mantuvo vigente durante veinte años.
¿Y por qué finalmente se acabó el sistema UPAC?
No se acabó, lo acabaron deliberadamente. El sistema UPAC tuvo una muerte inducida, porque las unidades de poder adquisitivo constante fueron desnaturalizadas en su esencia cuando, en 1994, se cambió la corrección monetaria con base en la inflación por un ajuste que tomaba como referencia la tasa de depósito a término (DTF) que, como es bien sabido, tiene una errática evolución. Este indicador no es otra cosa que el promedio ponderado de las tasas efectivas de captación de los Certificados de Depósito a Término (CDT) a noventa días.
Pero en 1996 las tasas de interés reales se dispararon a un máximo histórico de 19 %, la economía sufrió un agudo estancamiento4 y las personas que tenían préstamos hipotecarios vieron aumentar sus cuotas a niveles muy altos que no tenían relación con la evolución de los salarios basada en la inflación. Los usuarios de créditos hipotecarios no podían pagar las cuotas y tenían que incurrir en atrasos considerables.
A su turno, las entidades prestamistas debían registrar esas obligaciones en sus estados financieros como deudas de difícil cobro y, por ende, castigar sus estados financieros con las consiguientes provisiones. De manera perversa le endilgaban la culpa al sistema UPAC cuando en realidad había sido una víctima de la reforma que se le había introducido a la corrección monetaria. El colapso del sistema UPAC se produjo porque se alteró su esencia de manera deliberada para acabarlo. El sistema se mantuvo durante 20 años y hubiera podido vivir muchos años más si no le hubieran colocado esa carga explosiva.
A MISAEL PASTRANA LE PREOCUPABA LA DESIGUALDAD Y EN SUS ESCRITOS DECÍA, CITANDO A AMARTYA SEN, QUE DEBÍA SER TEMA CENTRAL DEL DISCURSO ECONÓMICO.
Finalmente, quiero destacar la sensibilidad social de Misael Pastrana Borrero que lo acompañó toda la vida. Estaba imbuido de la doctrina social de la Iglesia y recitaba textos de las encíclicas de los Papas. Le preocupaba la desigualdad y en sus escritos decía, citando a Amartya Sen, que debía ser tema central del discurso económico.
Esa preocupación por lo social lo llevó a proponer el cambio del nombre tradicional del partido político que dirigía por el de Partido Social Conservador. Lamentablemente, el otro sector en que estaba dividido el partido, que consideraba equivocadamente que lo social les olía a comunismo impuso en una convención reunida en Manizales que se retornara al nombre de Partido Conservador. Lamentablemente, ese nombre ahuyenta a muchos sectores de opinión que identifican a nuestra colectividad política como un partido reacio a las reformas sociales que necesita nuestro país.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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● FAO. (1974). ¿Qué ocurrió con los precios mundiales de los alimentos y por qué?
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