A principios de agosto se conocieron los resultados de la Misión del Mercado de Capitales, que inició a mediados de octubre del año pasado y en las que se agrupan las recomendaciones solicitadas por el Gobierno a académicos y miembros del sector financiero para mejorar el futuro de la industria.

Las recomendaciones de los 13 miembros de la Misión se presentaron en un informe de nueve capítulos con más de 50 puntos, los cuales se pueden repartir bajo cinco ejes fundamentales que tienen como objetivo lograr un mercado accesible y abierto a nuevos participantes, agentes y competidores en el que puedan operar todos los riesgos y ampliar la base de inversionistas.

Uno de los ejes fundamentales es la creación de un promotor del mercado, pues de acuerdo con Rodrigo Galarza, asesor legal de la Misión, actualmente no existe un responsable de pensar y planear el mercado de capitales.

Por esta razón, se sugiere la creación de una Dirección General de Política para el Desarrollo y la Promoción del Mercado de Capitales que sea dependiente del despacho del Ministro de Hacienda o que esté bajo la coordinación del Viceministerio Técnico. Este sería considerado el primer cambio estructural y político en el mercado.

Un segundo eje fundamental es eliminar restricciones de operación a participantes del mercado. Hoy, bajo la actual regulación, el modelo de intervención opera sobre las entidades y no sobre sus actividades. La idea de la Misión sugiere que las licencias para poder actuar en los diferentes negocios del mercado, como comisionistas y fiduciarios, entre otros, se modifiquen para que las entidades solo tengan que demostrar que están en la capacidad de hacer las actividades para participar.

“Muchas restricciones no se corresponden con los riesgos que las entidades padecen, con aspectos como la rentabilidad mínima y las restricciones de portafolio”, dijo Roberto Rigobón, director técnico de la Misión.

El tercer eje fundamental es garantizar un mayor abanico de riesgos e incrementar la participación de emisores.

Alberto Bernal, miembro del comité directivo de la Misión, dijo que se revisó el uso que se le da al segundo mercado y se sugirió que en este se podrían hacer las operaciones privadas de los inversionistas profesionales, como AFP y comisionistas, entre otros, para que no tuvieran que contar con la aprobación de la Superintendencia Financiera, lo que disminuiría tiempos y costos.

También se dijo que el mercado debe hacer la regulación necesaria para facilitar el acceso a emisores que no sean de alta calificación para diversificar el riesgo.

Otro eje es eliminar la duplicidad de funciones en la regulación, que genera grandes inconsistencias y que a su vez producen problemas de incentivos. Se recomendó que la Superfinanciera sea la única entidad responsable de la vigilancia estatal de personas que ejerzan actividades del mercado de capitales.

El quinto eje es mejorar los estándares de profesionalismo de los participantes en el mercado de capitales. Para ello, se recomendó la creación de un ente encargado de la educación y certificación de los agentes bajo altos estándares profesionales y no por parámetros de cumplimiento como se hace ahora.

Tras evaluar los resultados de la Misión del Mercado de Capitales, la Superintendencia Financiera asegura que su estructura de regulación y supervisión está en línea con los requisitos que plantearon los expertos.

Según el superintendente financiero, Jorge Castaño, hoy la entidad “ejerce una supervisión dinámica que fomenta una mejor gestión de riesgos de las actividades del mercado, la transformación de los agentes, la eficiencia en toda la cadena de valor y la alineación de incentivos con los inversionistas”.

Con esta supervisión lo que se espera es tener una adecuada gestión de recursos de los clientes, ya que el modelo desarrolla un enfoque prospectivo y dinámico sobre los riesgos materiales. Además, está construido sobre actividades y no sobre licencias, profundiza la evaluación sobre el gobierno corporativo, en las áreas críticas, y con mayor exposición al riesgo, y se retroalimenta de forma permanente.

“Necesitamos fortalecer un esquema donde las organizaciones sean capaces de reaccionar antes de que sucedan los problemas. La supervisión basada en el riesgo pretende evitar esas visitas de la ‘Super’ donde se encuentran los errores”, aseguró Castaño.

En cuanto a los resultados de la Misión, el Superintendente señaló que “el gobierno corporativo es una base esencial de la transformación”. Según Castaño, la alta gerencia es una tarea permanente y no de corto plazo. No se trata de un decreto o de una norma, “son estándares que van más allá de pasar un examen y que se pueda ayudar al inversionista”, dijo.

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