Introducción

La educación es un pilar fundamental para el desarrollo integral de los individuos y el progreso de las sociedades. En Colombia, la Educación Preescolar, Básica y Media (EPBM) juega un papel crucial en la formación de las nuevas generaciones y es el motor principal de la movilidad social. Además, constituye una etapa fundamental en el proceso formativo de los individuos, sentando las bases para su desarrollo cognitivo, emocional y social. Sin embargo, esta etapa educativa en Colombia enfrenta desafíos significativos que ponen en riesgo su calidad y equidad.

En este contexto, el presente artículo tiene como objetivo examinar los factores sociales y las razones de deserción escolar que afectan la EPBM en Colombia. Para ello, se analizarán los datos del Sistema de Información para el Monitoreo, Prevención y Análisis de la Deserción Escolar (SIMPADE) del Ministerio de Educación Nacional (MEN), así como los aportes epistémicos de diversos autores.

El análisis realizado revela la presencia de diversos desafíos que afectan la continuidad educativa de los estudiantes. Factores como la drogadicción, la presencia de grupos armados, la inseguridad, el matoneo escolar, el riesgo de reclutamiento y la distancia entre el hogar y la escuela representan obstáculos significativos para garantizar una educación inclusiva y de calidad.

Ante esta situación, es imperativo implementar estrategias integrales que aborden de manera efectiva estos problemas. Estas estrategias deben promover entornos escolares seguros, proteger los derechos de los estudiantes y brindar oportunidades equitativas para su desarrollo académico y personal. De esta manera, se podrá fomentar la permanencia y el éxito educativo, permitiendo que todos los estudiantes tengan acceso a una educación de calidad, independientemente de su contexto y circunstancias particulares.

Además, se abordarán las razones de este fenómeno en el país a nivel macro, analizando los factores que llevan a que los estudiantes abandonen prematuramente sus estudios. A través de este documento, se pretende resaltar la importancia de abordar los retos que enfrenta la EPBM en Colombia en este panorama. Asimismo, se proponen posibles acciones y políticas que puedan contribuir a superar estas barreras y garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos los estudiantes del país.

En los próximos párrafos, se profundizará en cada uno de los aspectos mencionados. Además de los datos estadísticos, se analizarán estudios previos y ejemplos concretos para enriquecer la comprensión de la problemática y fomentar la reflexión en busca de soluciones efectivas (Borja, 2005; Freire, 2003; García, 2020; MEN, 2021).

En conclusión, la deserción escolar plantea desafíos importantes que requieren una atención integral. Es esencial implementar estrategias que aborden factores como la drogadicción, la presencia de grupos armados, la inseguridad, el matoneo escolar, el riesgo de reclutamiento y la distancia entre el hogar y la escuela. Solo a través de un enfoque integral y coordinado de las políticas públicas se podrá garantizar una educación inclusiva y de calidad para todos los estudiantes.

Contexto

En los últimos años, diversos factores sociales han generado desafíos significativos en este ámbito, provocando la deserción escolar. Por tanto, se realizará un análisis de los datos de matriculados y el registro de factores sociales en los años 2020, 2021 y 2022 en Colombia, recopilados en el SIMPADE. Se explorarán los efectos de factores sociales como el embarazo, maternidad o paternidad a temprana edad, así como la discriminación en el entorno escolar, los cuales pueden influir en la participación y permanencia de los estudiantes en el sistema educativo, provocando la deserción escolar.

El embarazo a temprana edad es un factor social que influye en la educación y la deserción escolar en Colombia (Salazar, 2022). Las concepciones culturales arraigadas que asignan a las jóvenes embarazadas el rol exclusivo de cuidar a sus hijos con frecuencia resultan en la falta de apoyo económico, social, afectivo y moral por parte de sus familias. Esto afecta tanto a las jóvenes embarazadas como a los hombres que se ven obligados a asumir el papel de proveedores en el hogar (Salazar, 2022).

Estudios demuestran que las adolescentes embarazadas enfrentan dificultades para continuar en el sistema educativo, lo que puede llevar a altas tasas de deserción escolar y limitaciones en sus oportunidades futuras. Por tanto, es crucial implementar políticas y programas que fomenten una educación inclusiva, reproductiva y sexual, y brinden apoyo integral a los adolescentes en esta situación (OMS, 2020; ONU, 1965; ONU, 1979).

La discriminación en el entorno escolar es otro factor relevante como barrera social, manifestándose en diversas formas como género, etnia, discapacidad y condición socioeconómica (UNESCO, 1960; ONU, 1965; ONU, 1979; Figueroa, 2010). Estas barreras dificultan el acceso equitativo a la educación y generan desigualdades en los logros académicos.

Estudios demuestran que las minorías étnicas y los grupos vulnerables enfrentan obstáculos para acceder a una educación de calidad, perpetuando la brecha educativa en el país. Por tanto, es necesario promover igualdad de oportunidades e inclusión en el sistema educativo, fomentando entornos escolares libres de discriminación y brindando apoyo específico a aquellos grupos que enfrentan mayores desafíos (Salazar, 2022; MEN, 2017; MEN, 2021; OMS, 2021; OPS, 2012).

En cuanto a las razones macro de deserción escolar, existen múltiples factores interrelacionados que influyen en este problema. Entre ellos se encuentran la pobreza, la desigualdad socioeconómica, la violencia escolar, la falta de interés y motivación, y la escasez de oportunidades laborales. Estos factores pueden crear un ciclo pernicioso en el cual los estudiantes abandonan la escuela y enfrentan dificultades para acceder a empleos dignos en el futuro. Para abordar la deserción escolar, se requiere una acción integral que incluya medidas socioeconómicas, prevención y atención de la violencia escolar, así como estrategias pedagógicas diferenciadas para mantener el interés y la motivación de los estudiantes (Salazar, 2022; MEN, 2017; MEN, 2021).

Análisis

Según los datos del MEN, se presenta en la tabla 1 el número total de estudiantes que abandonaron la EPBM en los años 2020, 2021 y 2022. Se observa que se caracterizaron en promedio las causas de deserción para el 17.7% del total de desertores durante esos tres años. Para el año 2022, se evidencia un incremento en el porcentaje de alumnos caracterizados (22.7%) y una desaceleración en la tasa de deserción, pasando de 53.4% (2021/2020) a 21.3% (2022/2021). Es importante mencionar que la población caracterizada es mayor en el año 2022, incrementando los valores absolutos y proporcionando mayor robustez estadística a los análisis.

Esta información revela que, el número de niños, niñas y adolescentes que abandonan sus estudios está en aumento, lo cual constituye un problema importante que debe abordarse. A partir de esta caracterización se espera que los actores del Sistema Nacional de Educación pueden diseñar estrategias pertinentes para combatir la deserción. Los datos del SIMPADE describen esta caracterización, que, aunque no abarcan un análisis de todos los desertores, son una muestra representativa anual, que sirven a manera de inferencia para determinar políticas públicas en educación. Estos datos permiten analizar las principales causas del abandono escolar.

En particular, el embarazo a temprana edad plantea desafíos significativos que afectan el desarrollo educativo y el bienestar de los jóvenes involucrados. Aunque los datos muestran una tendencia creciente en Colombia, con un aumento constante en el número de embarazos en los últimos años, se observa que en 2020 hubo 2,115 embarazos, que representan el 8% del total de las deserciones. Esta cifra aumentó a 2,220 en 2021, pero disminuyó al 5% en relación al total de deserciones. En 2022, se registraron 2,865 casos de embarazo un aumento en números absolutos, pero representan el 3.7% del total de deserciones. Aunque los datos reflejan una disminución en el porcentaje de deserciones debido a embarazos a temprana edad, revelan la magnitud del problema y resaltan la necesidad urgente de abordar esta situación. La Ilustración 1 muestra el crecimiento en los últimos años de este factor social en valores absolutos.

Ilustración 1- Evolución del Número de Embarazos (2020, 2021 y preliminar 2022)

El embarazo a temprana edad genera diversos desafíos. En primer lugar, las jóvenes embarazadas enfrentan dificultades para continuar con su educación. La maternidad implica nuevas responsabilidades y demandas de tiempo, lo que puede llevar a la interrupción o abandono de los estudios.

La falta de apoyo social, económico y emocional también contribuye a esta problemática, ya que muchas jóvenes se ven desprovistas de los recursos necesarios para equilibrar sus responsabilidades maternas con su educación. Además, el embarazo en edad escolar puede tener consecuencias a largo plazo en el desarrollo de estas jóvenes. La interrupción de su educación limita sus oportunidades futuras, afectando negativamente su empleabilidad, sus ingresos y su autonomía económica. También existe un mayor riesgo de perpetuación del ciclo de pobreza, ya que las jóvenes embarazadas a temprana edad enfrentan mayores dificultades para acceder a empleos estables y bien remunerados, lo que afecta su capacidad para brindar un futuro próspero a sus hijos.

Además, es importante considerar el impacto psicosocial que el embarazo a temprana edad puede tener en las jóvenes. Muchas de ellas experimentan estrés, aislamiento y estigmatización, lo que afecta su bienestar emocional y su autoestima. Esto puede tener repercusiones negativas en su salud mental y su capacidad para desenvolverse plenamente en la sociedad (Salazar, 2022; MEN, 2017; OMS, 2021).

Por su parte, la discriminación escolar también constituye un problema preocupante en Colombia, donde diversos grupos poblacionales son víctimas de esta práctica injusta y perjudicial. Los datos recopilados en los años 2020, 2021 y 2022 revelan la magnitud de la discriminación experimentada por diferentes segmentos de la población, como se observa en la Tabla 2. Entre las víctimas de discriminación, se destaca la comunidad LGTBI, con un 28% del total de casos de discriminación registrados en 2022. Estas cifras alarmantes evidencian la persistencia de prejuicios y estigmatización hacia las personas LGTBI en los entornos educativos.

La discriminación en entornos escolares hacia la población LGTBI es un problema preocupante que afecta negativamente la vida y el desarrollo de los estudiantes. Autores como Espelage y Swearer (2010), Poblete Melis et al. (2021), Hass et al. (2011) y otros respaldan esta afirmación y evidencian los impactos perjudiciales que esta forma de discriminación tiene en el bienestar y rendimiento académico de los jóvenes LGTBI. Puesto que se crea un ambiente hostil y desfavorable en las escuelas, generando altos niveles de estrés, ansiedad y depresión, e incluso aumentando el riesgo de suicidio. Esto afecta su salud mental y emocional, así como su capacidad para participar activamente en el entorno educativo y aprender.

Además, la discriminación hacia estudiantes LGTBI se asocia con un menor rendimiento académico, ya que el temor constante a la discriminación limita su participación en actividades escolares, disminuye su motivación y afecta su desarrollo académico. También se observa que esta discriminación contribuye a la exclusión social de los estudiantes LGTBI, dificultando la formación de amistades, su participación en actividades extracurriculares y su sentido de pertenencia. Esta exclusión social puede tener efectos duraderos en su desarrollo personal y profesional, así como en su integración en la sociedad.

De esta forma, la discriminación en entornos escolares hacia la población LGTBI es un problema grave que afecta negativamente a los estudiantes. Los estudios respaldan esta afirmación y muestran los impactos en la salud mental, el rendimiento académico y la exclusión social de los jóvenes LGTBI. Por tanto, es fundamental abordar esta problemática con medidas concretas de promoción de la inclusión, la tolerancia y el respeto, para garantizar un entorno educativo seguro y propicio para todos los estudiantes, independientemente de su orientación sexual o identidad de género.

Adicionalmente, se observa una importante cantidad de víctimas de discriminación basada en la apariencia física (25% de los casos para el año 2022), con 7,274 casos en 2020, 6,652 en 2021 y un notable aumento a 14,048 en el 2022, recordando que en el 2022 la representación estadística es mayor que en los años anteriores. Estos datos reflejan la prevalencia de estereotipos y juicios superficiales que afectan negativamente a los estudiantes, generando exclusiones y barreras para su desarrollo académico y social.

Por otro lado, la discriminación por pertenencia étnica (7% para el año 2022) también está presente en las estadísticas, con 1,646 casos en 2020, 1,153 en 2021 y un incremento a 3,852 en 2022 dada su representatividad. La discriminación por motivos religiosos (9% para el año 2022) también se evidencia en las cifras, con 15,587 casos en 2020, 16,236 en 2021 y 5,166 en 2022.

Estos números muestran la necesidad de fomentar la tolerancia religiosa y reflexionar sobre los estereotipos de apariencia física y pertenencia étnica, para promover el respeto en el ámbito escolar, garantizando que los estudiantes puedan desarrollarse sin ser objeto de discriminación o exclusión. Investigaciones académicas respaldan la necesidad de abordar estas formas de discriminación en entornos educativos. Según un estudio realizado por Córdoba et al. (2021), la discriminación basada en estos factores puede tener efectos perjudiciales en la autoestima, la salud mental y el rendimiento académico de los estudiantes, lo cual aumenta las probabilidades de experimentar estrés y ansiedad, afectando su bienestar general y su participación en el entorno educativo.

Además, destaca cómo la discriminación basada en estos factores puede perpetuar desigualdades y limitar las oportunidades de los estudiantes en términos de participación social, acceso a recursos y éxito académico. Este estudio evidencia la necesidad de implementar medidas y políticas que promuevan la inclusión y la igualdad en la educación, abordando de manera efectiva la discriminación basada en estos factores. Es fundamental tomar conciencia de estos problemas y trabajar activamente para crear entornos educativos inclusivos que valoren la diversidad y promuevan la igualdad de oportunidades para todos los estudiantes (Córdoba, et al., 2021).

Asimismo, la discriminación por razón de discapacidad afecta a un número significativo de estudiantes, con 3,502 casos en 2020, 2,601 en 2021 y 4,880 en 2022. Estos datos subrayan la importancia de garantizar entornos inclusivos que respeten y valoren la diversidad funcional, y que brinden igualdad de oportunidades a todos los estudiantes, sin importar sus habilidades o limitaciones, sobre todo con el aumento significativo en el último periodo analizado.

Frente a la educación inclusiva, por ejemplo, Ainscow (2020) revela que los estudiantes en condición de discapacidad normalmente tienen que luchar frente a las estructuras administrativas de los sistemas educativos, obtienen menores calificaciones y todavía no hay una conciencia apropiada de la inclusión por parte de gran parte de las instituciones educativas. Por lo tanto, el estudio propone, de acuerdo con las experiencias internacionales, investigaciones y documentos de políticas sobre la promoción de la equidad e inclusión en la educación, que las políticas deben basarse en definiciones claras y ampliamente comprendidas de lo que significan los términos inclusión y equidad. Las estrategias deben basarse en evidencia sobre el impacto de las prácticas actuales en la presencia, participación y logros de todos los estudiantes, y debe haber un énfasis en enfoques integrales en la escuela que apoyen a los maestros en el desarrollo de prácticas inclusivas. Asimismo, reflexiona que los departamentos de educación en las instituciones de educación superior deben proporcionar liderazgo en la promoción de la inclusión y la equidad como principios que guían el trabajo de los maestros en todas las escuelas (Ainscow, 2020). Que evidencia los retos que tiene aún por delante el decreto 1421 de 2027.

Finalmente, se registran casos de discriminación por diversas razones (22% para el año 2022), con 3,060 en 2020, 2,961 en 2021 y un aumento significativo a 12,215 en 2022. Esta categoría engloba otras formas de discriminación, como la orientación política, el estatus socioeconómico, entre otras, que afectan negativamente la experiencia educativa de los estudiantes. En recuento, los datos presentados revelan la persistencia de la discriminación escolar en Colombia en diferentes dimensiones, afectando a la comunidad LGTBI, a aquellos que son juzgados por su apariencia física, a los estudiantes de diferentes orígenes étnicos, a las personas con discapacidad, a aquellos con creencias religiosas específicas y a otros grupos marginados. Estas cifras subrayan la importancia de implementar políticas y programas educativos que promuevan la inclusión, el respeto y la igualdad de oportunidades para todos los estudiantes, asegurando entornos escolares libres de discriminación y propiciando un ambiente propicio para su desarrollo integral.

Con base en la información del SIMPADE, la deserción escolar se puede analizar desde diversas perspectivas: el entorno individual, familiar, institucional y contextual. Entre las razones individuales, los datos recopilados en el período 2020 y 2022 reflejan las razones de mayor prevalencia que llevan a los estudiantes a abandonar sus estudios, como se observa en la Tabla 3.

El análisis de la deserción individual escolar por factores personales o individuales revela algunas tendencias preocupantes en números absolutos sin embargo la tendencia de estos factores frente al total de deserciones ha ido a la baja, pasando de un 31.6% en 2020 a 30.4% en 2021 y al 22% en 2022. La deserción en total es de 16,807 estudiantes para el 2022 bajo estos tres factores evidenciados. Si consideramos el gasto mensual promedio hasta 2022 y de acuerdo con los cálculos del Laboratorio de la Educación de la Pontificia Universidad Javeriana (LEE), el fenómeno de la deserción genera costos significativos para el sistema educativo, el Estado y las familias. Esto implica que los recursos invertidos por cada estudiante que abandona la escuela y no alcanza los objetivos esperados deben ser considerados nuevamente en años posteriores. Además, existen externalidades negativas que afectan al sistema escolar en su conjunto. Para ilustrar los costos de la deserción debido al bajo rendimiento, poco gusto por el estudio y dificultades académicas, se presentarán más adelante los costos promedio a los que se enfrentan los hogares y el gobierno como consecuencia de estos fenómenos.

Además, es relevante destacar que el bajo rendimiento escolar ha sido identificado como un factor significativo en la deserción. Esto resalta la importancia de abordar las necesidades académicas de los estudiantes y proporcionarles el apoyo necesario para mejorar su rendimiento. En segundo lugar, se destaca que el poco gusto por el estudio es otro factor relevante en la deserción individual escolar.

Esto indica la importancia de cultivar el interés de los estudiantes por el aprendizaje y crear entornos educativos motivadores y atractivos. Por último, las dificultades académicas representan un factor especialmente preocupante, ya que se registró un aumento en el grado de ponderación entre estos tres factores, pasando de una proporcionalidad del 12% en 2021 al 18% en el 2022. Estas dificultades pueden abarcar diversos aspectos, como la falta de apoyo académico, la brecha de conocimientos, la falta de recursos o la dificultad para adaptarse al currículo. Es crucial implementar estrategias de intervención temprana y proporcionar recursos adicionales para abordar estas dificultades y evitar la deserción escolar.

En general, este análisis destaca la necesidad de adoptar medidas efectivas para abordar los desafíos individuales que enfrentan los estudiantes y prevenir la deserción escolar. Es fundamental brindar apoyo académico, fomentar el gusto por el estudio y proporcionar herramientas y recursos adecuados para superar las dificultades académicas. Solo a través de un enfoque integral y personalizado se puede reducir la deserción y garantizar que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades educativas.

Por otro lado, la deserción escolar por causas familiares plantea una serie de desafíos que requieren una atención integral. Es fundamental implementar políticas y programas que brinden apoyo emocional, económico y educativo a los estudiantes y sus familias. Es necesario establecer mecanismos de seguimiento y apoyo a aquellos que se enfrentan a cambios significativos en su entorno familiar. Además, se deben fortalecer las estrategias de orientación vocacional y promover una cultura de valoración de la educación en el seno familiar. Solo a través de un enfoque integral y colaborativo se podrán reducir los índices de deserción escolar por causas familiares y brindar oportunidades educativas equitativas para todos los estudiantes.

El análisis de la deserción individual escolar por factores personales o individuales revela algunas tendencias preocupantes. A lo largo de los años analizados, se observa un incremento porcentual en la caracterización realizada por las ETC, en los tres factores principales que contribuyen a la deserción (16.807 estudiantes desertaron por estas causas), que sí se mira desde el gasto mensual promedio a 2022 y de acuerdo con los cálculos del LEE, el fenómeno en el sistema educativo genera costos significativos para el sistema, el Estado y las familias.

Para ilustrar los costos de la deserción por tan solo estas tres razones -bajo rendimiento, poco gusto por el estudio y dificultades académicas-, se presentan los costos promedio a los que se enfrentan los hogares y el gobierno debido a estos fenómenos. Según la Encuesta Nacional de Presupuestos de los Hogares (ENPH) de 2017, la educación representa aproximadamente el 9.5% de los gastos mensuales de los hogares a nivel nacional y cerca del 14% en las áreas urbanas principales. Para 2022, los estudiantes de establecimientos públicos presentaron un costo anual de $230.545 (uniformes, útiles) y un costo mensual promedio de $273,023 por estudiante (LEE, 2023). Estos datos evidencian que la deserción escolar por estas tres causas genera una carga económica significativa tanto para las familias como para el gobierno por un valor estimado de $58.939 millones a precios constantes de 2022. Por lo cual, es esencial abordar estos problemas mediante la implementación de estrategias y políticas que reduzcan la deserción y la reprobación, para garantizar una inversión eficiente de los recursos y promover el éxito educativo de los estudiantes.

Además, es de resaltar que, el bajo rendimiento escolar ha sido identificado como un factor significativo en la deserción. Si bien se registró una disminución en la proporcionalidad del peso relativo entre los factores del 2% entre 2021 y 2022. Esto destaca la importancia de abordar las necesidades académicas de los estudiantes y proporcionarles el apoyo necesario para mejorar su rendimiento. En segundo lugar, se destaca que el poco gusto por el estudio es otro factor relevante en la deserción individual escolar. Entre 2021 y 2022, se observa una disminución de 4% en la proporcionalidad en los casos de deserción debido a esta razón comparada con las otras, que en términos absolutos es de 8.417 estudiantes. Esto indica la importancia de cultivar el interés de los estudiantes por el aprendizaje y crear entornos educativos motivadores y atractivos. Por último, las dificultades académicas representan un factor especialmente preocupante, ya que se registró un aumento drástico en la proporcionalidad entre estos factores que pasó del 12% al 18% del año 2021 al 2022. Estas dificultades pueden abarcar diversos aspectos, como la falta de apoyo académico, la brecha de conocimientos, la falta de recursos o la dificultad para adaptarse al currículo. Es crucial implementar estrategias de intervención temprana y proporcionar recursos adicionales para abordar estas dificultades y evitar la deserción escolar.

En general, este análisis destaca la necesidad de adoptar medidas efectivas para abordar los desafíos individuales que enfrentan los estudiantes y prevenir la deserción escolar. Es fundamental brindar apoyo académico, fomentar el gusto por el estudio y proporcionar herramientas y recursos adecuados para superar las dificultades académicas. Solo a través de un enfoque integral y personalizado se puede reducir la deserción y garantizar que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades educativas.

De otra parte, la deserción escolar por causas familiares plantea una serie de desafíos que requieren una atención integral. Es fundamental implementar políticas y programas que brinden apoyo emocional, económico y educativo a los estudiantes y sus familias. Es necesario establecer mecanismos de seguimiento y apoyo a aquellos que se enfrentan a cambios significativos en su entorno familiar. Además, se deben fortalecer las estrategias de orientación vocacional y promover una cultura de valoración de la educación en el seno familiar. Solo a través de un enfoque integral y colaborativo se podrán reducir los índices de deserción escolar por causas familiares y brindar oportunidades educativas equitativas para todos los estudiantes.

El cuadro de deserción escolar por motivos familiares presenta datos llamativos que requieren una reflexión desde el ámbito de los datos absolutos. Los incrementos absolutos dados los aumentos en la muestra estadística en cada categoría revelan las dificultades que enfrentan los estudiantes y sus familias, así como los desafíos que el sistema educativo debe abordar para garantizar una educación inclusiva y de calidad. El cambio de residencia es un factor de deserción que experimentó un descenso proporcional en el periodo analizado. Sin embargo, sigue siendo un factor representativo en el contexto familiar para el año 2022, lo cual refleja los desafíos que enfrentan los estudiantes al tener que adaptarse a un nuevo entorno escolar debido a cambios de domicilio. De acuerdo con Jiménez Barón, (2019) esta situación puede generar inestabilidad emocional, falta de continuidad educativa y dificultades para establecer relaciones sociales, lo que afecta el rendimiento académico y la motivación para seguir estudiando. La deserción escolar por cambio de residencia es un fenómeno complejo que se ve influenciado por diversas fuerzas sociales, económicas, políticas y ambientales.

La migración se origina como resultado de una secuencia temporal de causas y efectos relacionados con problemas políticos, sociales, ambientales, culturales, personales y económicos. Estas causas, como el desequilibrio económico regional y los regímenes políticos que violan los derechos humanos, motivan a las personas a abandonar sus comunidades en busca de mejores oportunidades y calidad de vida, incluso económicas (Jimenez Barón, 2019; Borivsona, 2002).

El desempleo de los padres o acudientes también se muestra con una representatividad del 4.8% de los casos familiares para el año 2022. La pérdida de empleo en el hogar puede tener un impacto devastador en la economía familiar, lo que dificulta el acceso a recursos y servicios educativos. Los estudiantes pueden enfrentar mayores desafíos económicos, falta de apoyo y preocupaciones adicionales, lo que puede llevar a la deserción escolar como una forma de aliviar la carga económica de la familia. En este contexto el desempleo de los padres o acudientes de los estudiantes es una problemática que incide en el abandono de la educación, situación que se ve agravada por el débil crecimiento del mercado laboral en los últimos años. Según Vázquez y León Coss, (2019) la falta de oportunidades de empleo ha generado una necesidad urgente de obtener recursos económicos, lo que ha llevado a un aumento en la deserción escolar y a una inserción laboral en trabajos de bajo nivel o temporales.  Manifiestan que muchos de estos trabajos no brindan estabilidad y terminen siendo temporales, lo que expone a los jóvenes a situaciones desfavorables. Al no contar con la preparación académica necesaria y una fuente estable de ingresos, estos jóvenes se encuentran en clara desventaja, especialmente en un contexto económico y laboral incierto.

Esta situación plantea la necesidad de una respuesta radical por parte de los países para abordar el desempleo y la deserción escolar. Es fundamental implementar políticas y programas que promuevan la generación de empleo digno y de calidad, así como brindar apoyo a los jóvenes en riesgo de abandonar la escuela debido a la falta de oportunidades laborales de sus padres o acudientes. La educación debe ser considerada como una herramienta clave para romper el ciclo de desventaja y ofrecer a los jóvenes la posibilidad de un futuro próspero y sostenible (Vásquez y Leon Coss, 2019; Jimenez Barón, 2019).

Otros factores como el desplazamiento forzado y el cambio de país también son factores importantes, con representación porcentual de los casos familiares del 0.4% y 21%, respectivamente. La deserción escolar por temas de desplazamiento forzado se sustenta en los contextos de violencia en los que se ven envueltos los niños y niñas. Estos entornos de violencia imponen mecanismos de vigilancia y control que limitan la libertad de los menores y los exponen a situaciones de peligro constante, donde incluso pueden ser señalados como informantes por grupos armados y perder la vida como consecuencia (Olaya, 2021).

Es evidente que el desplazamiento forzado y las consecuencias asociadas tienen un impacto negativo en la vida educativa de los niños y las niñas, perpetuando un ciclo de exclusión y vulnerabilidad. Es fundamental abordar estas problemáticas desde un enfoque integral, que contemple la protección de los derechos de los menores, la generación de oportunidades de desarrollo y la construcción de entornos seguros y propicios para su crecimiento académico y personal.

Estos fenómenos reflejan situaciones de crisis, conflictos o inestabilidad política que obligan a las familias a abandonar su lugar de residencia como lo es el caso de factor asociado a cambio de país, incluso de regreso a su país de origen que en buena medida es jalonado por la interacción con el vecino país de Venezuela. Los estudiantes desplazados o que cambian de país enfrentan múltiples desafíos, como la barrera del idioma como el lenguaje y la adaptación cultural, lo que puede dificultar su continuidad educativa.

En cuanto a la deserción por motivos de cambio de país podría generar una reducción de gastos en recursos tanto para el gobierno como para las familias de alrededor de $36.797 millones a precios corrientes, de acuerdo con la metodología del LEE. Estos datos subrayan la importancia de desarrollar políticas y programas que aborden los factores familiares que influyen en la deserción escolar. Es necesario brindar apoyo y recursos a las familias en situaciones de cambio y dificultad, así como fortalecer las redes de apoyo y las estrategias de inclusión en el sistema educativo. Además, se requiere una mayor coordinación entre los diferentes actores involucrados, incluyendo las instituciones educativas, las familias, las comunidades y las autoridades gubernamentales, para garantizar que ningún estudiante se quede atrás debido a factores familiares adversos.

En resumen, el análisis de la deserción escolar por motivos familiares insta a reflexionar sobre las desigualdades y los desafíos que enfrentan los estudiantes en su camino educativo. Es fundamental desarrollar acciones concretas y políticas inclusivas que aborden estos factores y promuevan entornos educativos que brinden igualdad de oportunidades para todos los estudiantes, independientemente de las circunstancias familiares en las que se encuentren.

En cuanto a la deserción por causas asociadas a la Institución Educativa, las más prevalentes se pueden evidenciar en la Tabla 5.

El análisis de la deserción escolar por temas institucionales revela ciertos aspectos a reflexionar. Los incrementos porcentuales en cada categoría nos brindan información importante sobre los desafíos que enfrentan los estudiantes y las instituciones educativas en relación con su entorno y condiciones de estudio.

El establecimiento en zona lejana muestra una proporcionalidad medianamente constante en el periodo. Esto indica que los estudiantes que asisten a escuelas ubicadas en áreas remotas enfrentan dificultades adicionales para acceder a la educación. La falta de infraestructura adecuada, el acceso limitado a recursos educativos y las barreras geográficas pueden contribuir a la deserción escolar en estas zonas y es un factor por atender de acuerdo a los datos, a su representatividad y a su constante en el tiempo (Borivsona, 2002; Jimenez Barón, 2019; Olaya, 2021; Vásquez y León Coss, 2019).

El conflicto entre estudiantes un incremento importante en el año 2022 pasando de 1.5% de representación en este factor agrupado al 23%. Este aumento indica la importancia de abordar la violencia y los conflictos dentro de las instituciones educativas. El ambiente escolar seguro y libre de violencia es fundamental para el bienestar y la permanencia de los estudiantes en la escuela. Es necesario implementar estrategias efectivas de prevención y resolución de conflictos para garantizar un entorno propicio para el aprendizaje. La deserción escolar por conflictos entre estudiantes se sustenta en la naturaleza misma del conflicto como una situación en la que las personas o grupos sociales buscan metas opuestas, afirman valores antagónicos o tienen intereses divergentes (Bercovitch, 2019).

En el contexto educativo, el conflicto puede manifestarse como disconformidad por opiniones, beneficios, principios y valores, lo que afecta el desarrollo social y funcional de todos los actores educativos (Álvarez-Ovallos et al., 2020). Los conflictos pueden ser de relación/comunicación, donde se deteriora la interacción y comunicación en el entorno académico, o de distinciones, cultura o dogmas, que surgen por diferencias en la forma de entender y enseñar la vida (Pastene, 2021). Ante los conflictos en el aula, existen diferentes métodos de resolución, como la mediación, arbitraje, facilitación y negociación (Novay et al., 2023; Cirera, 2004). Es fundamental implementar estrategias de resolución de conflictos y promover un ambiente escolar seguro y respetuoso, donde se fomente el diálogo y se brinden oportunidades de mediación para evitar que los conflictos afecten el desarrollo académico y social de los estudiantes.

Adicionalmente, el hacinamiento, que se refiere a la falta de espacio suficiente en las aulas, muestra una representación del 9,5% en el año 2022. El hacinamiento puede afectar negativamente el ambiente de aprendizaje y dificultar la atención individualizada a los estudiantes. Es importante que las instituciones educativas cuenten con suficiente espacio y recursos para brindar una educación de calidad.

Sin embargo, es importante mencionar que desde el CONPES 3831 de 2015 hay una apuesta de política pública por brindar espacios adecuados para la educación y búsqueda de la implementación de la jornada única (CONPES, 2015). Sin embargo, esta apuesta es un objetivo todavía aplazado a la fecha. A 2022 su peso ponderado cae con respecto al 2021 de 22.7% al 8.7%, sin embargo, aunque esta disminución puede parecer positiva, es necesario evaluar las razones detrás de esta reducción, pues como evidencia la Contraloría General de la República, la concentración de recursos para infraestructura educativa está más enfocada en las zonas centrales de Colombia y no en la periferia donde mayores Necesidades Básicas Insatisfechas perviven (Revista de Economía Colombiana; 2023. Pág. 34-51).

Por su parte, las jornadas no adecuadas al tiempo del estudiante muestran un incremento del 107% en el año 2022 frente al 2021 -influido por las muestras de representación- pero un aumento relativo de 3 puntos porcentuales, indica que las jornadas escolares pueden no estar adaptadas a las necesidades y circunstancias de los estudiantes, lo que puede afectar su motivación y compromiso con la educación. Es importante considerar la flexibilidad de los horarios escolares para adaptarse a las realidades de los estudiantes y promover su bienestar académico.

El análisis de la deserción escolar por temas institucionales nos invita a reflexionar sobre la importancia de abordar los desafíos que enfrentan las instituciones educativas en relación con su entorno y condiciones de estudio. Es fundamental desarrollar políticas y estrategias que promuevan entornos escolares seguros, accesibles y adaptados a las necesidades de los estudiantes.

Además, se requiere una inversión adecuada en infraestructura y recursos educativos para garantizar una educación de calidad y prevenir la deserción escolar que persigue el CONPES 3831 en aporte a la política pública de jornada única (Borivsona, 2002; Jimenez Barón, 2019; Olaya, 2021; Vásquez y León Coss, 2019). Por último, la deserción escolar es una problemática compleja que también puede estar influenciada por diversos contextos adversos. Al analizar los datos recopilados en los años 2020, 2021 y el 2022, se observan algunas causas relacionadas con el entorno que contribuyen a la interrupción de la educación de los estudiantes. Es necesario considerar estos contextos y sus implicaciones para abordar eficazmente la deserción escolar.

En cuanto a la deserción como factor del contexto, la drogadicción se destaca como un factor preocupante que incide en la deserción escolar. Aunque las cifras son relativamente bajas en la proporcionalidad del contexto, se observa un aumento en términos absolutos, pero no relativos. La presencia de drogas en el entorno escolar puede generar adicciones, afectar el rendimiento académico y contribuir a la deserción de los estudiantes, lo que puede llevar a la toma de decisiones perjudiciales para su educación. La deserción escolar por causas de drogas se argumenta como una consecuencia de la falta de apoyo familiar, la situación de riesgo y vulnerabilidad de los estudiantes, la estructura social y económica desfavorable, así como los problemas propios de la juventud (Olaya, 2021; Vásquez y León Coss, 2019; Román, 2013).

La presencia de grupos armados es otro contexto que puede llevar a la deserción escolar. Aunque las cifras varían de un año a otro, se observa un nivel de incidencia considerable. En 2022 el peso relativo se mantiene en 10,2% como una tendencia de representación constante. La violencia generada por estos grupos crea un ambiente inseguro y amenazante, lo que impide a los estudiantes asistir regularmente a la escuela por temor a su seguridad y bienestar. La deserción escolar por la presencia de grupos armados se argumenta a partir de la situación compleja que enfrenta Colombia, marcada por conflictos continuos y flujos migratorios cambiantes (Boner et al., 2022). Aunque en 2016 se alcanzó un acuerdo de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC, la violencia no ha cesado y persisten graves violaciones a los derechos humanos, especialmente en las zonas rurales. Varios grupos armados ilegales siguen activos y han ocasionado numerosos desplazamientos internos forzados, con más de 106,000 nuevos desplazamientos solo en 2020 (Boner et al., 2022).

La inseguridad en general es un factor relevante en la deserción escolar. Los datos muestran cifras significativas en los tres años analizados. En 2020, se registraron 153 casos de deserción relacionados con la inseguridad, mientras que en 2021 la cifra se mantuvo prácticamente igual con 149 casos, y en el 2022 se elevó a 328 en términos absolutos y proporcionales. La falta de seguridad en el entorno escolar y en el trayecto hacia el establecimiento educativo puede generar miedo y desconfianza en los estudiantes y sus familias, lo que puede llevar a la interrupción de su educación.

Además, la deserción escolar por la presencia de grupos armados y la inseguridad se argumenta a partir del contexto de violencia y desplazamiento interno en Colombia (Boner et al., 2022; Olaya, 2021; Vásquez y León Coss, 2019).

El matoneo escolar, también conocido como bullying, es un problema social que afecta el ambiente escolar y puede contribuir a la deserción de los estudiantes. Aunque las cifras son bajas en comparación con los otros contextos relativos, se observa un incremento significativo en los casos reportados. En 2020, se registraron solo 4 casos de deserción debido al matoneo escolar, mientras que en 2021 la cifra aumentó a 6 y en el preliminar de 2022 se disparó a 121 tanto en términos relativos como absolutos (Olaya, 2021; Vásquez y León Coss, 2019). El bullying afecta la integridad emocional y física de los estudiantes, generando un ambiente hostil que dificulta su permanencia en la escuela.

El riesgo de reclutamiento es otro contexto preocupante que puede llevar a la deserción escolar. Aunque las cifras son relativamente bajas en la proporcionalidad del contexto, se observa una tendencia ascendente en los casos reportados en número absolutos, pero con una tendencia a la baja en peso relativo para el 2022. La presencia de grupos armados y la falta de seguridad pueden poner en riesgo la integridad de los estudiantes, llevándolos a abandonar sus estudios para evitar situaciones de violencia y reclutamiento forzado (Olaya, 2021; Vásquez y León Coss, 2019).

La distancia entre el hogar y el establecimiento educativo es un contexto que puede dificultar la asistencia regular de los estudiantes a la escuela. Los datos revelan cifras significativas en los tres años analizados en la proporción de los factores en contexto, superiores al 50%. En 2020, se registraron 562 casos de deserción debido a la distancia entre el hogar y la escuela, mientras que en 2021 la cifra se incrementó a 826 y en el preliminar de 2022 alcanzó los 1,195 en valores absolutos. La lejanía geográfica y la falta de acceso a medios de transporte adecuados pueden limitar la posibilidad de los estudiantes de llegar a tiempo a la escuela, lo que puede conducir a la deserción (Borivsona, 2002; Olaya, 2021; Vásquez y León Coss, 2019).

CONCLUSIONES

Es preocupante el incremento del 21% en el número de alumnos desertores en el año 2022 en comparación con el año inmediatamente anterior. Por lo tanto, es de vital importancia abordar estos temas en la política pública colombiana, ya que los niños y niñas representan el futuro de Colombia.

Según la metodología del LEE, los costos sociales y económicos para el país y los hogares colombianos alcanzarían alrededor de $1.18 billones a precios corrientes del 2022. Esto significa que los recursos invertidos por cada estudiante que abandona la escuela y no logra alcanzar los objetivos esperados deben ser considerados nuevamente en años posteriores dado que el número absoluto para el 2022 fue de 337.104 niños y niñas como alumnos desertores.

Además, es importante destacar que la deserción motivada por razones económicas y familiares, especialmente debido al retorno de familias a Venezuela, podría generar ahorros económicos en la inversión por estudiante para el sistema educativo de EPBM, por un valor aproximado de $36.797 millones a precios corrientes de 2022, según la representación muestral dada por el MEN y que buena parte de los caracterizados como desertores por cambio de país corresponden al retorno al vecino país venezolano.

Es crucial abordar de manera prioritaria la deserción por dificultades académicas, que ha aumentado del 12% al 18% de los casos ponderados entre 2021 y 2022, y revisar esto a la luz de los Diseños Universales de Aprendizaje (DUA) para implementar estrategias variadas que refuercen las diversas capacidades de los estudiantes y logren su permanencia en el entorno escolar.

Otro factor representativo en la deserción escolar es la distancia entre el hogar y el establecimiento educativo, especialmente en zonas lejanas. En el año 2022, se registraron 1.195 y 491 casos de deserción respectivamente. Esto nos lleva a reflexionar sobre la política pública del CONPES 3831 de 2015, que busca construir infraestructura educativa para lograr una jornada única educativa, la cual hasta la fecha está lejos de cumplir con su propósito. Además, los análisis de la Contraloría General de la República indican que estas inversiones no se están desarrollando en la magnitud esperada, especialmente en aquellas zonas donde las Necesidades Básicas Insatisfechas son más altas.

Finalmente, otros factores a resaltar por su incremento ponderado en el contexto educativo son el bullying o matoneo escolar, la discriminación por pertenencia a grupos LGTBI y la discriminación por apariencia física. El bullying tuvo un aumento preocupante del 0.5% en 2021 al 5.6% en 2022. La discriminación por pertenencia a grupos LGTBI disminuyó del 36% en 2021 al 28% en 2022, pero aún se registraron 15,487 casos de discriminación en la muestra representativa del MEN. Por otro lado, la discriminación por apariencia física aumentó del 14% en 2021 al 25% en 2022. Estos factores resaltan la necesidad de reflexionar sobre las políticas de educación inclusiva en el aula y a las apuestas de política pública en educación del decreto 1421 de 2017.

En conclusión, el artículo resalta la necesidad de abordar estos factores sociales y contextuales para garantizar una educación inclusiva y de calidad en Colombia. Se requiere la implementación de estrategias integrales que promuevan entornos seguros, protejan los derechos de los estudiantes y brinden oportunidades equitativas para su desarrollo académico y personal.

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JUAN CARLOS COBO-GÓMEZ (0000-0003-0138-7051) (orcid.org)

Contraloría delegada para el Sector Educación, Ciencia y Tecnología, Cultura, Recreación y Deporte

Dirección de Estudios del Sector Educación, Ciencia y Tecnología, Cultura, Recreación y Deporte

Juan Carlos Cobo-Gómez (Autor principal)

Andrey Geovanny Rodríguez León (Co-autor)

Claudia Stella Ruiz Ruiz (Co-autor)

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